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Emma Rouault

¿Cual es la diferencia??

¿Cual es la diferencia??

Bueno, de la foto se pueden apreciar ligeras diferencias, ja! pero la verdad es que llevo desde el mes de noviembre en que escuchara la pregunta “¿el viento empuja o succiona? dando vueltas a las relaciones de igualdad que se dan en situaciones que, a priori, parecen diferentes, cuando empezamos a analizar pruebas de inteligencia a lo que trasladaba yo este tipo de pensamientos unido a un intento de abducción o de búsqueda de patrones relacionales subyacentes en los procesos que se ponen en marcha para la resolución de las diferentes subpruebas del WISC cuando me fui a esquiar, lo cual me obligó a cambiar o, mejor dicho, centrar mi mente en gestionar la ansiedad que me produce tan agradable deporte, probablemente por no realizar una buena gestión de mi gestionar.

Con este batiburrillo de pensamientos me presento al monitor quien, tras ver la posición en la que bajaba la pista se para y me dice: “Carmen, la mente nos engaña” (¡al loro!, pensé yo, este año me ha tocado el psicólogo), “pensamos que si nos inclinamos hacia la pendiente nos vamos a caer y resulta que es justamente lo contrario”. Me quedé pensando que llevaba razón y en una frase del texto de Blakemore y Frith “el cerebro puede actuar a tus espaldas” pero, entonces, por qué siempre que me embalaba tendía a hacer lo contrario? Como estaba todavía medio inmersa en procesos abductivos lo relacioné con el patrón de movimiento que normalmente usamos pero que resulta no estar adaptado al contexto “nieve”, en este sentido, cuando pasamos un test, ¿Qué patrón o patrones está utilizando la persona que los realiza?, ¿estamos controlando la variable contexto, o no resulta significativa para la conclusión de los resultados? La respuesta me parece positiva tanto para la primera como para la segunda parte de la pregunta y una forma adecuada de conseguir tener en cuenta de forma efectiva el contexto se me ocurre que puede estar relacionada con los procesos que se siguen en las pruebas dinámicas de evaluación de la inteligencia, donde se defiende la idea de inteligencia como una forma de experiencia en desarrollo y, en consecuencia, se proponen formatos para desarrollarla. El tipo de formato bocadillo aplicado de forma individual, puede resultar especialmente útil para determinar aspectos contextuales a tener en cuenta, añadidos a la instrucción y retroalimentación necesitadas por el sujeto. Estaríamos teniendo en cuenta variables como ansiedad, motivación, recelo, atención, etc. que influyen en los resultados al igual que la falta de elección de un patrón adecuado de resolución de problemas, de lo que se encargaría un programa de entrenamiento y desarrollo  basado en el modelo de la experiencia en desarrollo, es decir, teniendo en cuenta aptitudes metacognitivas o de gestión de la propia cognición, habría que conocer las aptitudes para el aprendizaje, aptitudes para el pensamiento crítico, creativo y práctico, los tipos de conocimiento declarativo-procedimental, la motivación para desarrollar la experiencia y, por supuesto, el contexto ya que resulta ser uno de los modificadores de desarrollo más importantes y menos tenidos en cuenta salvo caso de extrema notoriedad.

Pero qué pasa si, después de la evaluación encontramos que persisten dificultades en ciertas áreas?, ahora ¿cuál es la diferencia entre dificultad en aprender, dificultad en el proceso de adquisición del aprendizaje y dificultad por desarrollo madurativo? ¿cómo hacemos para establecer un diagnóstico?, ¿necesitamos realmente establecer ese diagnóstico para poder desarrollar una intervención?

Recuerdo que ya al principio de la asignatura surgieron este tipo de preguntas, pero entonces no teníamos experiencia ni información suficiente para afrontar estas preguntas que, por otra parte, no se adaptan con facilidad a una respuesta. Ahora, después de haber leído los textos sobre la inteligencia, del que destaco la idea de McClelland de que “la persona que pase tests en el futuro llegará más lejos en encontrar competencias generalizables, para predecir resultados en la vida, si comienza por analizar los patrones de pensamiento en vez de intentar inferir qué pensamientos deben estar detrás de los grupos de acción que salen de diversos factores en el análisis tradicional”.(Es cierto, como apunta el profesor Iborra, que no se define el término patrón, como creo que tampoco el de competencia. En unas ocasiones se refiere a competencias tradicionales como leer, cálculo, escribir y, en otras, a características personales tales como liderazgo o habilidades interpersonales (paciencia), que serían constitutivas de una competencia social. Más tarde, he leído, que su discípulo Boyatzis definió competencia algo así como “las características subyacentes en el individuo relacionadas de forma causal con la efectividad o rendimiento superior en el trabajo”, sin embargo, en relación con patrón yo creo que se refiere más bien a que los futuros tests deberán analizar una especie de funcionamiento mental global e individual, en lugar de evaluar resultados o productos de partes separadas de la inteligencia.), después de haber leído a Stenrberg, a Gergen, a Wolf, en fin a todo el río que nos ha ofrecido Alejandro, y del análisis de los casos propuestos (que nos han hecho dar mil vueltas a la cabeza) llego a la idea de que el proceso de desarrollo de las personas está sujeto por tres pilares, la propia persona, el contexto en el que se encuentra inmersa y los mediadores que se relacionan con el sujeto.

 A mi juicio, las lecturas sobre inteligencia venían a aportar información sobre el primer pilar y la de Pennac inesperadamente, abordaba de forma contundente los otros dos, el segundo por cuanto dice sobre la escuela y su manera de motivar para la lectura y la accesibilidad extrema de la televisión y, el tercer pilar por el recorrido que analiza de la actuación de los padres que pasan  de leer cuentos formidables en la primera infancia, a exigir comprensiones de textos arbitrarios, a lecturas individuales forzadas, a una especie de opresión lectora, según consideran que, el todavía niño, debe ser capaz de realizar. Se aniquila el pensamiento placentero de la lectura a la vez que se considera que es un proceso fundamental para enriquecer la mente (me recuerda la teoría del doble vínculo por lo incoherente y frustrante que puede llegar a resultar, sobre todo para un adolescente). Además se presta especial atención en el capítulo III “Dar de leer”, en la necesidad de que el mediador conozca bien las características del sujeto con el que va a interactuar (vuelvo a conectar con el modelo de experiencia en desarrollo).

Desde aquí retomo la frase con la que empecé a pensar en todo esto “el viento succiona o empuja?” y a lo que podría aportar la diferencia, en realidad, a lo que atendemos es a la falta de equilibrio que produce, perdiendo relevancia si es por succión o por empuje. En el caso de las dificultades de aprendizaje pierde relevancia la definición abstracta, a lo que atendemos es al hecho de que existe un desequilibrio en el desarrollo, diferente y particular en cada sujeto como hemos visto a través del análisis de casos, difícilmente encuadrable en una definición exacta de dificultad o trastorno, pero sobre la que podemos intervenir para conseguir optimizar el desarrollo integral de la persona. (continuará…)

1 comentario

Alejandro -

Excelente Carmen!!!!

Denso, complejo y muy bien conectado. Evidencia que has leído, comprendido y lo más importante conectado (la base para crear un buen patrón) para ir más allá.

Genial. Espero ese continuará...

Ah... y me alegro de que alguien haya leído (o al menos mencione) el texto de McClelland. Porque ahí está todo, ja... por ejemplo esas competencias evolutivas en las que nos centramos ayer, el último día. Y en las que no centramos también el primer día. Estuvo aguda Mónica ahí, ¿no? Y desde luego tú también, y aquí lo vuelves a demostrar.

Ah.. ja... yo también le sigo dando vueltas a lo del viento, qué cosa ¿eh? eso de estar dándole vueltas a algo ;)

Un saludo

Alejandro